sábado, 4 de agosto de 2012

Lamento

Voy a expresar aquí uno de mis mayores y mejores justificados lamentos.

El equipo de football (o soccer para los angloparlantes) de España ha ganado el campeonato de Europa. Los deportistas españoles ya han conseguido dos medallas en las olimpiadas de Londres.

Bueno, ¿y qué coño importa?

Tantas celebraciones y medios, ¿para qué? ¿Para que nos olvidemos momentáneamente de que nuestra situación económica es lamentable? ¿Para darle gloria a unos jugadores que cobran varios miles de euros al mes? ¿Para perpetuar la extraña imagen de que el football es un gran deporte? ¿Para recrear una y mil veces esa ilusión de que el divertimento mencionado es más importante que otras cosas? ¿Para que parezca que cuando un desconocido gana una medalla, significa que España va mejor?

La Roja ha ganado, pues vale. Es un equipo que juega y lo sacan por la tele, bien. Se forran con los partidos ganados y los separados ojos de Sara Carbonero nos hipnotizan imbuyéndonos de un espíritu nacional artificial. Que les digan a todas las familias españolas que están con el agua al cuello a ver si les importa el espíritu nacional.

Unos futboleros son idolatrados por una marea de gañanes.

Una cosa es la abrumadora campaña publicitaria que ha acompañado a este campeonato, pero que el Rajoy se vaya a Ucrania a ver jugar a la pelota a La Roja (¿no tiene tele en casa?) ya me parece ridículo, el dinero ha de emplearse en cosas más útiles. Miles de problemas, y gastan dinero en presentaciones y espectáculos para celebrar que los seleccionados, los tocados por la mismísima mano de Dios, los inmortales, los super saiyajins del balón, han derrotado a unos italianos en un entretenimiento televisivo. ¿Cuánto cuestan esos festejos, absolutamente innecesarios por otro lado?

Esto es lo que hacen los medios con nuestras pobres y estúpidas mentes: manipularlas.

Encima con Bisbal de por medio, como si no fuese ya el símbolo mayor del Universo de lo prefabricado. Espectáculos ridículos y absurdos que solamente tratan de distraer la atención sobre el verdadero problema.

Hay quien admira más a un jugador de football como Ramos o Inhiesta (me da igual si no se escribe así) que al último ganador del premio Nobel de Química, que ha sido Daniel Shechtman, un gran investigador que merece toda nuestra admiración por su descubrimiento de los cuasicristales, que no sé qué son, pero algo importante, seguro.

Y las Olimpiadas. Oh, qué magna y loable celebración donde se dan cita el espíritu de superación humano y la competitividad a todos los niveles. Tampoco hace falta que lo emitan a todas las putas horas. Para espíritu de superación, el de las pobres amas de casa que deben sacar adelante a sus hijos sin ninguna ayuda, repito, ninguna. Eso sí que es superarse, y no lo sacan por la tele (bueno, a veces, pero no las necesarias). ¿Tiene menos mérito?


Con el triunfo de Rafael Nadal no dieron tanto la brasa.

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