|
Como siempre, vedla bajo vuestra propia responsabilidad. |
Así es como imagino la gestación de esta película; Álex de la Iglesia (de ahora en adelante compactado como
ADLI), con toda su jeta, se reúne con el señor productor (de ahora en adelante,
Señor P) en una salita de ubicación desconocida. Dos cafés adornan la mesa central:
Señor P - Buenos días.
ADLI - La hostia pues*.
Señor P - Mi secretaria (ahora
"auxiliar administrativa", porque hay esa puta manía de cambiarle los nombres a todo. Es como si a los basureros los llamásemos Técnicos Superiores en Recogida de Residuos Urbanos) me ha dicho que tienes pensado rodar otra de tus películas...
ADLI - ¡Sí, claro! Ya tengo pensado el argumento y la hostia...
Señor P - Espero que no sea otra bazofia inmunda, como
800 Balas u otra cosa de esas a las que nos tienes tristemente acostumbrados.
ADLI - (Suelta unas carcajadas) Qué cosas tienes, joder. Que no, mira, esta va a estar muy bien. Tratará sobre unos atracadores de un antro "Compro Oro", ya sabes, que intentan escapar de la policía dirigiéndose a Francia. Tendrá tiros, acción absurda, muertos, algunos efectos especiales, pero
de los baratos eeeh, actores conocidos, más acción sin sentido, coches que vuelcan, fuego, personajes extraños...
Señor P - Pero eso suena a la misma mierda que llevas haciendo desde hace 20 años.
ADLI - Sí, pero... Esta vez... Va a haber brujas.
Señor P - ¿Brujas?
ADLI - (algo enrojecido) ¡¡¡Que sí,
rehostia, brujas!!! ¡Las brujas de Zugarramurdi!