lunes, 24 de marzo de 2014

Lamento haber visto Las Brujas de Zugarramurdi


Como siempre, vedla bajo vuestra propia responsabilidad.

Así es como imagino la gestación de esta película; Álex de la Iglesia (de ahora en adelante compactado como ADLI), con toda su jeta, se reúne con el señor productor (de ahora en adelante, Señor P) en una salita de ubicación desconocida. Dos cafés adornan la mesa central:

Señor P - Buenos días.
ADLI - La hostia pues*.
Señor P - Mi secretaria (ahora "auxiliar administrativa", porque hay esa puta manía de cambiarle los nombres a todo. Es como si a los basureros los llamásemos Técnicos Superiores en Recogida de Residuos Urbanos) me ha dicho que tienes pensado rodar otra de tus películas...
ADLI - ¡Sí, claro! Ya tengo pensado el argumento y la hostia...
Señor P - Espero que no sea otra bazofia inmunda, como 800 Balas u otra cosa de esas a las que nos tienes tristemente acostumbrados.
ADLI - (Suelta unas carcajadas) Qué cosas tienes, joder. Que no, mira, esta va a estar muy bien. Tratará sobre unos atracadores de un antro "Compro Oro", ya sabes, que intentan escapar de la policía dirigiéndose a Francia. Tendrá tiros, acción absurda, muertos, algunos efectos especiales, pero de los baratos eeeh, actores conocidos, más acción sin sentido, coches que vuelcan, fuego, personajes extraños...
Señor P - Pero eso suena a la misma mierda que llevas haciendo desde hace 20 años.
ADLI - Sí, pero... Esta vez... Va a haber brujas.
Señor P - ¿Brujas?
ADLI - (algo enrojecido) ¡¡¡Que sí, rehostia, brujas!!! ¡Las brujas de Zugarramurdi!

(El Señor P le mira con cierta desconfianza).
Señor P - Pero, ¿tú sabes algo de brujas? ¿Qué pintan en la historia del atraco?
ADLI - ¿Y yo qué sé? Ja ja ja, pues como soy vascuence, me sa currido meterlas ahí entremedio, ya que el tema no se ha explotado lo suficiente... ¿Cuántas películas de la Segunda Guerra Mundial o la del Vietnam han hecho los norteamericanos?
Señor P - Unas 400...
ADLI - ¡Pues eso! ¡Y no me lleves la contraria, que soy de Bilbao y te arranco la cabeza! Además, algún argumento hay que ponerle a la película. No esperarás que haga otra vez como en 800 Balas, ¿no?
Señor P - Pero es que esto es la misma basura que 800 Balas.
ADLI - Sí, pero con brujas.
Señor P - Pero es la misma basura de siempre, Álex.
ADLI - Pero con brujas. La hostia cagüen sós.
Señor P - ...Basura.
ADLI - Y también meteré canibalismo y tal, para que quede como más guay.De paso, voy a llamar a Santiago Segura, que es kolega de toda la puta vida, a ver si lo meto en la escena que sea.
* = Está demostrado científicamente que los vascos dicen la palabra "hostia" un 40% más que el resto de españoles según los resultados de la Prestigiosa Universidad de Tudela (PUTa).

Básicamente, esta podría ser la horrible historia de cómo comenzó la producción de Las Brujas de Zugarramurdi, otro pedazo de mierda intragable de Álex de la Iglesia, un tío con más cara que espalda. Se ríe en nuestras caras y además se atreve a llamar película a esto.
Perpetrador de esta bazofia. Actualmente en búsqueda y captura por las autoridades.
Para que os hagáis una idea, este film es una mezcolanza sin mucho concierto de diferentes ideas, hilos argumentales y personajes prescindibles que tiene como propósito... En realidad no conozco el propósito de tal obra, si en algún momento de su creación lo tuvo, supongo que consiste únicamente en llenar los bolsillos de Álex de la Iglesia con el dinero de todos los pobres ignorantes que pagaron por verla. O tal vez en divertir a una masa de mísero nivel intelectual a la que le da lo mismo ver una película de este sujeto que mirar cómo pasa un tren.
¿Dos pederastas secuestrando a un niño...?
La inconsistente historia, de difícil clasificación, comienza con un atraco donde nos es presentado el protagonista (o algo así), interpretado (o algo así) por Hugo Silva, una especie de actor que siempre hace el mismo papel, da igual que sea un atracador, un policía o un impresor de periódicos de 1940; siempre será un chulesco ligón malhablado de mirada penetrante, cara acartonada y modales que distan de los de un caballero español. Hugo, así es él. La gracia del asunto es que este sujeto se hace acompañar durante el robo por su hijo de corta edad, Sergio (ignoro el nombre real del actor), que además colabora en la correcta resolución del saqueo. Siguiendo con el encasillamiento en estado puro, tenemos a Pepón Nieto, otro de esos intérpretes que invariablemente ponen la misma cara, los mismos gestos y la misma voz en todas las películas. Incluso diría que dicen las mismas frases, pero tendría que comprobarlo más a fondo. Y no os voy a decir de qué hace aquí porque da igual. Lo de este tipo es impresionante, lleva años haciendo el mismo personaje con diferentes nombres, es que es como de broma, parece que se levanta ya así de la cama, el tío.

"Yo les enseñé todo lo que saben" - Morgan Freeman.
La galería de encasillados en sí mismos continúa con Macarena Gómez, la vecina esa de cara difícil de La Que se Avecina, que hace de la mujer de Hugo Silva. Esta tía siempre pone cara de compungida, como si tuviese un ñordo de los duros atravesado en el intestino que se niega ser expulsado. Otra que se interpreta a sí misma, como casi siempre, es Carmen Maura, de quien parece imposible librarse en un película de Álex de la Iglesia. De quien también parece imposible librarse es de Satiago Segura, un individuo omnipresente que nos regala con su presencia, por poco tiempo, por suerte. Al menos, pone acento vasco para acompañar la tónica y ambientación generales.
En general, asistiremos a un perfecto ejemplo de cómo desaprovechar buenos actores en beneficio de actoruchos mediocres o que aceptaron sus papeles sin muchas ganas. Parece como si estuviese de moda eso de interpretarse siempre a uno mismo, es como el síndrome de Antonio Resines o Morgan Freeman, qué pasada.

"Parece como si estuviese de moda eso de interpretarse siempre a uno mismo"

Estaréis contentos, perfectos cabrones.
En un término medio se halla el divertido Enrique Villén, haciendo de tipejo raro, abominable y bastante tarado que deambula fugazmente por la cinta. Se podría haber sacado más partido de este extraño personaje, pero qué le vamos a hacer.

Aunque no todo es mierda, pues tenemos algunas actuaciones merecedoras de alabanza; como la de Mario Casas, muy bueno en su rol de pastillero cani medio atontado que comparte protagonismo con Hugo Silva y quien demuestra su talento haciendo suyo cada plano en el que actúa. Jaime Ordóñez tampoco sale mal parado como el taxista calvo, haciéndolo lo mejor que puede como un personaje secundario creíble a quien se le coge cierto cariño.
Secun de la Rosa, el entrañable maricón de Aída, nos ofrece una digna intervención como el inspector de policía inconformista que acompaña a Pepón Nieto en un hilo argumental paralelo sin ningún significado más que el de servir de distracción y alivio cómico a la pesadez y confusión de la trama principal.

"También intentan colarnos una especie de mensaje misógino o algo parecido, ya que los personajes no paran de quejarse de lo putas que han sido las mujeres en sus vidas"

La falta de tacto del director vasco invade todo el metraje.
Porque si por algo se caracteriza Las Brujas de Zugarramurdi es por la confusión que rebosa en todas sus escenas, ya no os digo en conjunto, parece que el guionista (otro vasco de apellido impronunciable) haya querido mezclar un batallón de ideas sin gracia en un mismo argumento enlazando unas con otras mediante chistes absurdos y planos con tiroteos, amputaciones o alguien saltando por los aires. Lo cual me recuerda la fábula del ciervo atropellado: Un ciervo cruza una carretera, cuando se asusta porque ve cómo se aproxima un coche. Al principio piensa en correr hasta el otro lado, pero al poco se le ocurre que tal vez sea mejor regresar por donde vino. O podría intentar esquivar el vehículo saltando a un lado, o agachándose para que le pase sin dañarle por encima. ¿Y si trata de correr delante de él...? Al final, el ciervo se entretiene pensando y muere atropellado. Conclusión: Si quieres hacer muchas cosas, al final no harás ninguna. O quien mucho abarca, poco aprieta.
También intentan colarnos una especie de mensaje misógino o algo parecido, ya que los personajes no paran de quejarse de lo putas que han sido las mujeres en sus vidas y las brujas, a su vez, se comportan como unas ídem, hablando de todas las cabronadas que les gusta hacerle a los hombres y devorando miembros humanos. No termino de ver si todo esto es a modo de chiste o si alguien pretendía dejar claro que las tías son un puñado de mentirosas en quienes no se puede confiar. Y no creo que lo averigüe jamás.

Por lo menos, los momentos cómicos tienen algo de gracia, eso sí hay que reconocérselo a los acusados, sobretodo cuando la pareja de policías conduce de noche por el bosque y ven por la ventanilla al niño desnudo... La frase posterior es antológica.

"Las Brujas de Zugarramurdi se caracteriza por la confusión que rebosa en todas sus escenas"

Carolina Bang (siempre me he preguntado si ese es solo un apellido artístico) hace de la hija de la jefa de las brujas, una mezcla entre una choni barriobajera ninfómana y una loca fugada de un manicomio. Su histrionismo y cambio de bando cutre delatan la ineptitud del guionista para ofrecernos un personaje realmente atractivo y la carencia de talento de la actriz, que podría haber mejorado el material que le habían dado. Actriz que eleva a cuatro el número de intérpretes de Los Hombres de Paco en esta cinta, ¿casualidad, o es que en España apenas hay actores donde elegir...? Pones a Álex Angulo y a José Coronado y ya los tienes a todos, la colección completita.

Algo inexplicable de esta producción es la presencia de la actriz María Barranco, quien se limita a semi-aparecer en algunos planos y a poner voz rara. ¿Por qué aceptaría esta mujer este papel? ¿No se merece algo mejor? ¿Tendrá serios problemas económicos? Quién sabe.

Los efectos especiales son casposos, como de producción de serie B norteamericana de estreno exclusivo en videoclubs. Parece mentira que con la de dinero que se ha invertido haciendo la película, lo mínimo hubiese sido contratar a una empresa de efectos especiales como Dios manda, no a un chimpancé lobotomizado trabajando con un ordenador que fue tecnología punta hace 20 años.


"¿Cómo va a tener un anillo de oro una carga maléfica? Ni que los hubiese forjado el puto Saurón, vamos."


"¡Ay, la leche!"
El anteriormente mencionado robo proporciona a los intrépidos protagonistas de esta fábula un botín consistente en varios kilos de anillos de oro, de los cuales procuran no separarse en la medida de lo posible. En otra ida de olla de Álex de la Iglesia, se explica (y en más de una ocasión) que dichos anillos tienen una carga negativa y potencialmente embrujada debido a que fueron empeñados por parejas que se han divorciado, enviudado o que sencillamente se odian. Y yo me pregunto, ¿qué clase de estupidez es esta? ¿Cómo va a tener un anillo de oro una carga maléfica? Ni que los hubiese forjado el puto Saurón, vamos. Que pueden conducir la electricidad de maravilla y resisten la corrosión, pero de ahí a almacenar el mal... Y es que estos objetos relucientes y "negativos" forman parte de una profecía de las brujas, que tratarán de utilizarlos en su ritual.
Hablando de la profecía, esta es relatada (más o menos) al comienzo de la película por una de las brujas, que lo hace utilizando unas cartas... De la baraja española, ya sabéis, esa de Heraclio Fournier con las espadas, los oros y las copas. ¿No hubiese sido más lógico usar las cartas del tarot, como para que quedase más creíble? Lo que hay que ver... Aún hemos tenido suerte, no fuese que al guionista o al director se le hubiese pasado por su mente enferma usar naipes franceses (de póquer) o de Dora la Exploradora. O con sellos de ciclismo.
Cuando nos presentan esta profecía, la misma parece tener algún peso significativo dentro del entramado del cuento este, pero al poco es relegada a un tercer plano donde a nadie le importa. Mal hecho, a mi parecer.

"La profecía es relatada utilizando cartas de la baraja española, ya sabéis, esa de Heraclio Fournier..."

¿Alguien sabe qué tiene que ver la Venus de Willendorf, una figura tallada en piedra hace 22000 años en Austria, con las brujas navarras...? Yo tampoco. Pero nuestro querido Álex de la Iglesia se apropia de la imagen de esta escultura prehistórica y prehispánica en las secuencias finales del bodrio, que más adelante explico.

Con este clarísimo caso de guión incompetente ideado con el culo (¿es que aquí nadie fue a la escuela de cine, o qué?) continúa desarrollándose la historia, que nos transporta hasta la famosa cueva de Zugarramurdi. Si no habéis estado nunca en esta preciosa localidad navarra, os recomiendo que saquéis tiempo de donde sea, un billete de autobús y la visitéis, ya que merece la pena verse y no sólo por sus cuevas. Bastante menos apreciables son las siguientes escenas de la película, con 400 mujeres haciendo de brujas "extras" intentando llenar la caverna, que más que brujas, parecen zombies. Una cosa es maquillar una bruja, otra diferente es crear un muerto viviente; tomen nota, maquilladoras.
Una familiar mía se hizo con un papel de extra como bruja en estas escenas y me contó que le pagaron una miseria, tuvo que aguantar 12 horas ininterrumpidas de trabajo durante las cuales (restando el tiempo de autobús para llegar o irse del rodaje) permaneció encerrada en la cueva bajo contrato de no poder salir, exceptuando desmayos o urgencias médicas. Dice que a pesar de las mejorables condiciones como extra, se lo pasó bien y disfrutó de la experiencia. Hombre, si fuese en la secuela de Los Vengadores yo también disfrutaría, supongo. Y vería en persona a Scarlett Johansson. Pero no nos desviemos del tema.

"Una cosa es maquillar una bruja, otra diferente es crear un muerto viviente"

Cuando la jefa de las brujas lo ordena y el resto de criaturas se ponen a cantar en vascuence, aparece de la nada, pero de la puta nada, es decir, no hay materialización con efectos especiales ni se lo ve salir de un agujero, lo que se se dice de la más absoluta e incólume nada, una versión gigantesca y horripilante de la Venus de Willendorf, para comerse vivo al elegido (el hijo de Hugo Silva) y a quien le plazca. Los protagonistas tratan de huir de este monstruo con gigantomastia o se pelean con él, tampoco importa demasiado, mientras la hija bruja y su madre se pelean volando por el espacio superior de la cueva con algunos de los efectos especiales menos logrados que he visto en mi vida. Del estilo de los que había en Arachnid, más o menos.

Gigantomastia - Sufriendo la hipertrofia de las tetas.
Por si alguien no está familiarizado con el término.
 

Y bueno, gracias al increíble valor sin parangón de Hugo Silva y los recursos sin límite de la brujita, son capaces de hacer huir al engendro venusiano, que desaparece sin ninguna explicación tras una esquina de la cueva. Conceptos tales como la lógica o la continuidad son desconocidos para los hacedores de esta película.
"Culoooooo..." Escena deliciosa donde las haya que condensa el tono general del filme.
El colofón a semejante despropósito lo pone una escena ridícula y metida con calzador estilo happy ending donde todos los personajes son muy felices, hala, tócate las narices, cutrez servida en bandeja de plata. Vemos como Hugo Silva y la brujita reformada son ahora una feliz pareja que asiste orgullosa a la función de magia del hijo, Sergio. El espectáculo es algo sangriento aunque no termina mal del todo mientras comprobamos como entre los asistentes a la función se hallan el resto de protagonistas de la película, incluido el señor de Logroño, quien ha conseguido sobrevivir al maltrato, lanzamientos, amputaciones, calvarios y macabras torturas a que ha sido sometido a lo largo de todo el metraje. Y al fondo, están las brujas, extrañamente con vida, que dicen una frase cutre y se echan a reír a malvadas carcajadas, como queriendo decir, "¡volveremos!". Es tan típico que da pena.

En resumen, Las Brujas de Zugarramurdi es una película española de escasa calidad, cargada de caspa, humor embrutecido y un ritmo deficiente que, sin embargo, atesora algunas ocasiones graciosas y es por esto último por lo que voy a ser piadoso con ella.
Debido a sus escenas inconexas y confusas, su guión aborrecible y sus actores de mierda (trabajando desganados por un bocata de chorizo) esta película obtiene un generoso galardón de tres inodoros:

Bolgómetro: = Atragantamiento intestinal profundo.



* Ficha IMDB.
* Ficha FilmAffinity.

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