miércoles, 24 de septiembre de 2014

Lamento haber visto Gran Hermano

Gran Hermano
La defecación que estabas esperando.

Otro año más, ha dado comienzo el espectáculo más aburrido de la televisión y el que, extrañamente, más gente ansía ver. No, no me refiero a la vuelta ciclista. Charlas sin sentido en la cama, incursiones nocturnas al frigorífico, alianzas, divisiones, revelaciones irrelevantes, odios mortales, amistades inquebrantables, discusiones sobre galletas y todo un abanico de experiencias mundanas nos esperan en la decimoquinta edición de Gran Hermano. Un programa tan esperado por las marujas desocupadas que solo puedo acompañar con un enorme bostezo y la mayor indiferencia. Un formato televisivo tan ignominioso y carente de cualquier interés que debió desaparecer hace años. Se resiste a morir, se reinventa como puede y se aferra sin razón aparente a la programación más casposa. No he conseguido averiguar cómo le puede gustar esto a alguien, pero estamos en España y aquí sobran los paletos.


"Un formato televisivo tan ignominioso y carente de cualquier interés que debió desaparecer hace años."

Entre los concursantes de esta nefasta producción encontramos lo de siempre: cuatro de Madrid, cuatro andaluces que apenas saben articular una frase sencilla, cuatro catalanes... Y alguno/a de otras comunidades aleatorias, como Asturias, Castilla o Valencia, de forma anecdótica, claro. Para asegurar las discusiones encarnizadas ya se han encargado de meter a una mora, algunos medio-gitanos, un torero, etc... Lo mejor de lo mejor, por supuesto, no reparan en gastos en Telecinco. Estos seres son escogidos cuidadosamente para que sus diferentes personalidades choquen de manera conflictiva, propiciando enfrentamientos que ayuden a subir la audiencia, como todos sabemos ya.

La mayoría de estas personas parecen auténticos deficientes mentales, residuos de la experimentación del gobierno con alguna extraña terapia, incapaces de coordinar su boca con sus escasos pensamientos, pacientes fugados de un reformatorio o simplemente imbéciles en varios sentidos. La ignorancia más evidente es su estandarte. Fingen muy mal que se toleran unos a otros, por lo menos al principio, luego ya veremos.
Escuchar sus infantiles y absurdas conversaciones sin gracia durante más de tres minutos me produjo náuseas y unas ganas irrefrenables de apagar la tele y pasar de esa puta gentuza. Pero debía aguantar por lo menos un poco más para poder plasmar mi opinión en este blog.

"La mayoría de estas personas parecen auténticos deficientes mentales"

Los espectadores con cerebro padecen vómitos y un acusado herpes facial.

El antiguo y clásico incentivo de los concursantes, acudir a un programa con la única intención de ganar el dinero del premio, podía parecer vil o egoísta en los tiempos en que se inició el formato. Pero dicha razón puede antojársenos hoy día hasta ingenua si la comparamos con otras beneficiosas salidas profesionales que impulsan a estos especímenes: Algunos de ellos solo participan en este aburrido espectáculo con la intención de hacerse famosillos, salir desnudas en Interviú u obtener un puesto de colaborador en un talk-show de Telecinco. O incluso volver a participar en otros concursos, como Supervivientes (que de supervivencia tiene poco) o formatos similares. ¿Quién quiere ir ya a la universidad con la cantidad de oportunidades laborales que les esperan a los ex-concursantes de Gran Hermano? ¿A quién le importa formarse y estudiar si cuando te seleccionan para participar ya tienes la vida solucionada?

Como cada año, los productores del canal utilizan los mismos trucos rastreros para tratar de disimular el olor a rancio del programa y añadir algunas novedades, que en realidad no lo son; hacer que algún actor, cómico o famosete se cuele en el programa, putear sin piedad física y psicológicamente a los concursantes, ponerlos en evidencia mostrando sin pudor su ignorancia, hacer lo posible porque pronto empiecen las peleas y odios entre los sufridos grandes hermanos o cambiar las cosas de sitio cuando están dormidos. Lo de siempre, pero intentando que parezcan recursos nuevos.
Pon la tele y comerás mierda.
"los productores del canal utilizan los mismos trucos rastreros para tratar de disimular el olor a rancio"

Por supuesto, gracias a la intervención más o menos desafortunada de ciertos individuos atrapados voluntariamente en la casa del Gran Hermano aprenderemos nuevas y asombrosas expresiones, tan modernas y estúpidas que nos dejarán con el culo torcido ante el desparpajo de estos iletrados que las pronuncian (es un decir) con total naturalidad barriobajera. ¿De dónde coño sacan a esta gente?

No olvidemos las Pruebas, antiguamente un desafío en el que se decidía si los hombres y mujeres del concurso tendrían algo para comer en los siguientes días o no. Pero eso ha cambiado y ahora solamente sirven para ridiculizarlos públicamente de forma rastrera en un intento de incrementar la audiencia.

por alguna inexplicable razón, sigue siendo la anciana Mercedes Milá la encargada de orquestar este lamentable y hediondo ñordo, demostrando de forma continuada que no le queda nada de su antigua dignidad o rigor periodístico y que ostenta los modales de una niña de tres años. Intenta disimular protagonizando otras aventuras docu-periodísticas de dudosa calidad, pero no engaña a nadie: está hundida en un pozo de mierda.

Si George Orwell levantase la cabeza...

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