Cartel de mierda. |
Para la siguiente receta, vamos a necesitar:
* Un guión de mierda.
* Unos efectos digitales ridículos.
* Unos actores desconocidos y mal pagados. Algunos, malos de narices.
* Una fotografía ineficaz y pobre.
* Música de fondo como de peli porno de los 70 (o del Metal Gear de MSX).
* Menos inspiración que el diseño de una piedra.
* ...Y virutas de hierro. Sí, virutas de hierro, ¿qué pasa?
¿El resultado de conjuntar estos peligrosos e indecentes ingredientes...?
La ignominiosa Mutante Metálico.
Mutante Metálico... Temedle. |
El despiadado y cruel Paul Ziller dirigió, directamente para la televisión, esta abominación en 2011, para desgracia de todos aquellos que la han (hemos) visto, presas del aburrimiento o sedientos de material de baja calidad que analizar en un blog.
Si por lo menos resultase entretenida o divertida a ratos como resultan otros productos de su calaña, tal vez no mereciese estar aquí, pero lo cierto es que nunca antes hora y pico había resultado tan anodina y aburrida.
Por esta tortura de 80 minutos de duración se arrastran actores como Kavan Smith, guapito comodín de usar y tirar que hace lo que puede cargando con el protagonismo dentro de la mediocridad general de la película y de su discreta carrera. Lo más destacable de la misma es un papel secundario (o terciario) en Misión a Marte, así que si este es el protagonista podéis haceros una idea del peso cinematográfico del resto del elenco...
No merece la pena ni mencionar al resto de actores desechados de diversas escuelas de interpretación, exceptuando a la joven Merritt Patterson, que está bastante buena y a Jesse Moss, que no está buena, porque es un tío, pero que sí ha participado en obras más célebres como Destino Final 3 o Presencias Extrañas. Una vez más, una desconocida productora de televisión recluta un grupo de actores incapaces para demostrarnos qué es exactamente lo contrario a actuar.
Vale, empezamos contemplando un plano de la órbita de la Tierra, donde un meteorito mal parido por ordenador atraviesa a toda velocidad (vamos, casi ni lo vemos) un satélite también bastante mal parido, el cual se precipita hacia la superficie del planeta. En dicho lugar (el planeta), dos hermanos, uno de ellos el protagonista, las pasan canutas con esto de la crisis para terminar de remodelar su motel (o algo así, no queda muy claro), todavía en construcción, aunque ya sé que esto no os importa, todo ello mediante unas interpretaciones flojunas.
"Mira, hermano, algo ha caído del cielo". |
Un satélite hecho por ordeñador. |
Pues resulta que, oh dioses del azar, el satélite va a caer cerca de ellos, en la propiedad de su vecino. Raudos y estúpidos como pocos, corren a ver qué es eso tan brillante que ha caído del cielo. Antes de que lleguen al lugar del impacto, el granjero que allí vive sale a ver qué coño ha sido el ruido y se encuentra el aparato, momento aprovechado por el director para que apreciemos que por todas sus partes metálicas ha proliferado una sustancia verde que parece tener vida propia y que es evidente proviene del meteorito. Cuando esta sustancia entra en contacto con el granjero, este muere al instante.
"¡Grrrñk, Aay, omáa...! ¡Qué rico! Ains". |
Una vez los dos paletos le han endiñado los restos al chatarrero, este se queda trabajando en su horripilante escultura demoníaca (algo así como un aborto de transformer más feo que hecho a posta), cuando algunos pedazos del satélite se desplazan hacia el engendro de metal (aunque nunca sabremos cómo, puesto que solamente ruedan o se arrastran, sin que se dé ninguna explicación a su milagrosa capacidad de desplazamiento sin ruedas, patas, motor ni nada parecido). Al pegarse a la estatua, esta cobra vida y sale del desguace por su propio pie. Joder, eso sí que es insuperable, el moco verde ha dotado de consciencia a una estatua que de pronto reconoce dónde están sus articulaciones, brazos y cabeza, que no tiene cerebro ni CPU para controlar el cuerpo y que no debería saber ni que es antropomorfa, pero eso son solo detalles menores que no empañan la apoteósica aventura que viviremos gracias al... ¡mutante metálico!
5 metros de terror casposo. |
Fijáos en que lleva una calavera en la camisa. Mereces morir, hortera. |
Hasta allí llega un médico forense negro que certifica la muerte de Paleto 2 (no había tampoco mucho que certificar) y alega que lo ha matado la E Coli (conocida por producir diarreas sangrantes bajo ciertas circunstancias). Ante esta contraproducente declaración, Paleto 1 le contesta con lo siguiente:
"¿Achaca la muerte de mi hermano a una hamburguesa pasada...?" Alucinante su capacidad de síntesis.
Toda esta escena contiene menos dramatismo que un capítulo de Lazy Town. |
Después (o antes, no lo recuerdo bien por culpa del aburrido ritmo de la película) vemos la casa donde se hospedan la mamá ex-novia de Paleto 1 y su hijita la buenorra, quien se queja de que en ese puto pueblo no pilla Internet con su Mac. Luego aparece el robot y asesina a la tía de ambas, lo cual deja en el aire una cuestión envuelta en la más profunda niebla del más profundo de los misterios... Si es la tía de la madre, ¿cómo puede ser también tía de la hija? Jamás lo sabremos ni nos importará.
- Mamá, esta película apesta a excremento. - Lo sé, cariño. Cuando volvamos a la ciudad, te compraré un Internet para ti sola. |
Tras algo de metraje donde observamos incrédulos cómo el mutante persigue a las chicas gracias al poder que le confiere una animación 3D realizada íntegramente con una Game Boy Color de segunda mano, los personajes dan a refugiarse en el bar del pueblo (parece que solo hay un bar), donde se encuentran con tres sujetos que pasan a engrosar la lista de personajes prescindibles: El dueño del bar (un gordete de líneas de diálogo desgraciadas), un borracho con aspecto de tener roña hasta debajo de los párpados y el nieto del anciano chatarrero que ha creado la estatua.
Como ya he dicho, son prescindibles, cualquiera de ellos podría morir de forma espantosa en cualquier momento, mientras lo veía me sorprendía el poco carisma del que gozaban.
Mutante desperdigado. |
El sheriff muere. Apenas lo conocíamos. Nadie lo echará de menos, seguro. |
Uno de los pedazos grandes consigue llegar hasta la puerta e intenta meterse dentro, atraído por las personas que intentan sostener la puerta con temor. paleto, que es todo un héroe de acción con dos cojones, pilla un hacha y corta en dos el trozo de metal. Como medio pedazo se ha quedado dentro, lo miran con curiosidad a la vez que odio, mientras la mujer (que, recordemos, es profesora de biología) comienza a especular sobre la naturaleza de la sustancia verde y su motivación parar matar gente.
Es aquí cuando vemos perfectamente que la sustancia se mueve porque son virutas de hierro, untadas en pintura verde, movidas con un imán desde el otro lado.
La bacteria extraterrestre está compuesta de peligrosas virutas de hierro. Terrorífico. |
Gracias a los datos aportados por Paleto sobre el origen de la chatarra, llega rápidamente a la conclusión de que se trata de una bacteria alienígena que prospera solo en el hierro y que por eso se siente atraída por la gente, porque nuestra sangre tiene hierro y al tocarnos nos lo quita y eso nos mata. O sea, la bacteria tiene a su entera disposición todo un mundo lleno de coches, furgonetas, herrramientas, tornillos, electrodomésticos o vajilla donde puede encontrar muchos kilos de hierro, pero se dedica a perseguir gente para conseguir de cada persona... ¿cuánto? ¿0,03 miligramos de hierro...? ¿0,032, tirando por lo alto...? Como veis, en la película abunda la solidez argumental.
Por lo menos, acierta con su explicación y su hija se salva del toque mortal del robot, porque tiene anemia.
Un ratito más tarde, los atemorizados vecinos ven a través de la ventana cómo las diferentes piezas mutantes comienzan a unirse de nuevo. El androide bacteriano se está recomponiendo. No, no intentéis que os explique el sentido de esto, no me voy a molestar ni en quejarme.
Entonces, a Paleto se le ocurre un plan: colocar cerca del monstruo una bombona de butano y hacerla estallar bajo sus huevos a distancia con su rifle. Parece un buen plan.
Entretanto, la ayudante del sheriff ha encontrado en una de esas carreteras perdidas a los dos jóvenes errantes, que mientras discutían sobre el origen de la máquina caza-personas y los gólems se han topado con el coche patrulla. A pesar de sus advertencias, la ayudanta decide volver al pueblo con ellos.
Y cuando la poli llega al pueblo, se le para el coche porque el mutante de metal irradia un potente campo electromagnético. La tía sale del coche y es asesinada mientras llora desconsoladamente sujetando el cadáver del sheriff.
El gordo del bar muere víctima de su propia estupidez.
Paleto y la madre bióloga salen en busca de la bombona de butano y ponen en marcha el plan, pero aunque no les sale muy bien, finalmente consiguen volar por los aires al puñetero engendro. Sin embargo, ni la onda expansiva de la explosión ni el fuego han reducido a la bacteria, la cual sigue persiguiendo (a cachitos) a los protagonistas.
Dentro del bar descubren que el alcohol mata a la bacteria, así que salen a exterminarla del todo armados con botellas de whisky y un gran sifón, o algo parecido, que lanza la bebida más lejos.
Y cuando se ponen a rociar los pedazos en llamas con el alcohol, no solo no arden más sino que el fuego se apaga... ¿Qué clase de whisky beben en ese pueblo? Muy fuerte no será.
Una vez ha amanecido, los supervivientes de esta trepidante aventura transportan todos los trocitos de la estatua homicida de vuelta a la chatarrería, donde los introducen en una máquina de esas grandes que transforman los coches en cubitos, ¿cómo las llaman? Da igual.
Paleto intenta convencer al ejército por teléfono de que el pueblo ha sido atacado por una especie de robot psicópata, pero no le creen y dicen que van a ir a detenerle por gastar bromas pesadas.
La madre bióloga y Paleto se besan apasionadamente.
El caso es que una de las piezas todavía conserva la bacteria y lucha por vivir, saliendo de un puto salto (no se veía el hilo de milagro) de la máquina hace-cubitos y regalándonos una cómica escena en la cual es perseguida por paleto a sifonazo limpio, ja ja ja, sin duda lo mejor de toda la película, una digna recompensa para los espectadores por haber aguantado tanto dolor intestinal.
Unas risas finales compensan por todo el sufrimiento. |
Los agresivos sifonazos no consiguen alcanzar al último reducto de la bacteria extraterrestre, pero sí lo hace un botellazo de Gran Reserva del chatarrero. La amenaza ha sido vencida.
Para terminar, el viejuno de la chatarrería nos da a todos una lección de cultura y refinamiento, dejando una frase para la posteridad en lo que será el plano con la peor interpretación de la historia, diciendo, tras una forzada pausa, "¿cagan los osos en el bosque?" Insuperable.
Pero han quedado algunas incógnitas en el aire que merecieron ser resueltas en la parte final del guión, pero han quedado fuera vete tú a saber por qué;
* ¿Se enamoran la hija buenorra y el nieto del chatarrero? ¿Se dan un beso si quiera? ¿Qué es de ellos?
* Cuando venga la guardia nacional al pueblo, ¿qué pasará cuando vean todos los cadáveres y la destrucción?
* ¿Dónde estaba durante todo este rato el médico forense negro de antes?
* ¿Tendrá una secuela esta película?
* ¿De verdad cagan los osos en el bosque?
Lo peor de todo es pensar que con el mismo presupuesto pero otro director y un guión revisado, podría haber salido una película más entretenida e inquietante.
La incapacidad de este filme para sobresalir de entre el océano de mierda para el cual fue concebido y su detestable desarrollo argumental me obligan a darle una puntuación de cuatro inodoros:
* Ficha en IMDB.
* Ficha en FilmAffinity.
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