Gran Hermano
La defecación que estabas esperando. |
Otro año más, ha dado comienzo el espectáculo más aburrido de la televisión y el que, extrañamente, más gente ansía ver. No, no me refiero a la vuelta ciclista. Charlas sin sentido en la cama, incursiones nocturnas al frigorífico, alianzas, divisiones, revelaciones irrelevantes, odios mortales, amistades inquebrantables, discusiones sobre galletas y todo un abanico de experiencias mundanas nos esperan en la decimoquinta edición de Gran Hermano. Un programa tan esperado por las marujas desocupadas que solo puedo acompañar con un enorme bostezo y la mayor indiferencia. Un formato televisivo tan ignominioso y carente de cualquier interés que debió desaparecer hace años. Se resiste a morir, se reinventa como puede y se aferra sin razón aparente a la programación más casposa. No he conseguido averiguar cómo le puede gustar esto a alguien, pero estamos en España y aquí sobran los paletos.